Ocio en la Domus
Moneda con doble cara, en el anverso y barco en el reverso
Dado romano
En la sociedad romana las actividades de ocio jugaban un papel primordial. Todos los romanos coincidían en su pasión por los juegos de azar, pero exceptuando el periodo de las Saturnales, estaban prohibidos en Roma bajo pena de multa. Los adultos eran muy aficionados a los dados y las tabas, y gastaban mucho dinero en las apuestas, pero algunos juegos de estrategia sí estaban permitidos. Los niños tenían un juego favorito con nueces que guardaban en una bolsita y que solían llevar con ellos.
Mosaico de la Iglesia de Lot y Próculo, Mount Nebo, Jordania
Mosaico de caza del Oecus, Villa de la Olmeda, Palencia
Las actividades cinegéticas la caza y la pesca, se convirtieron en pasatiempos muy populares entre los nobles romanos. Creían que fortalecían el carácter y servían para ejercitarse físicamente en tiempos de paz. Cazaban en bosques y fincas particulares, usando distintas armas, como palos, lanzas, flechas y hondas, y técnicas como la utilización de redes, lazos y reclamos. Para pescar empleaban la caña y las redes.
Mosaico con nadador, Ostia, Italia
Discóbolo, Museo Nacional Romano
Los romanos practicaban juegos atléticos, como la lucha, levantamiento de pesas y juegos de pelota. Era común realizar estos ejercicios en una pista adecuada, el sphaeristerium, que se encontraba en los edificios de las termas públicas y en algunas domus privadas. Tras terminar, pasaban a los baños, donde se relajaban y nadaban.
Mosaico con artistas, Ostia, Italia
La música acompañaba al ocio, los rituales, la exaltación militar y las cosechas. Flautistas y bailarines actuaban en banquetes, y también se representaban pantomimas y espectáculos con saltadores y acróbatas. Se utilizaban instrumentos musicales de viento, cuerda y percusión.
Algunos propietarios habilitaban en sus villas una estancia bien situada y ricamente decorada para guardar sus libros y escritos. Escribir y escuchar lecturas era parte del ocio en el campo.
Relieve, Museo Nacional Romano
En algunas villas, las salas de recepción servían como auditorios privados para escuchar música, recitales poéticos y asistir a representaciones artísticas. El coleccionismo de obras literarias y artísticas formaba parte del ocio de los ricos señores romanos, que al mismo tiempo consideraban hacer una buena inversión.